Bangkok, junio 8 2119

Querido amigo, doctor Präuse,

 

Disculpe los errores en esta misiva, aún estoy
aprendiendo a dominar este viejo arte de la correspondencia
postal
. Parece ser que en algún momento del siglo pasado la indiscutible
utilidad de esta actividad se vio interrumpida por alguna clase de mejora
tecnológica que la volvió obsoleta. Lamentablemente, poco ha sido conservado en
los registros de la Academia sobre qué características tenían esos nuevos
envíos de mensajes. En todo caso, no le escribo para contarle mis avances en el
estudio de esta curiosidad.

Quería contarle de un hallazgo que he hecho entre los
papeles que estuve revisando la semana pasada, el cual supongo será muy
especial para usted. Entre un conjunto de publicaciones encuadernadas en lo que
parece ser la piel de un animal desconocido, descubrí un volumen casi intacto
de no más de cien folios cosidos y con tapas rústicas de papel grueso. Lo que
me sorprendió no es que se haya preservado en tan buenas condiciones una
publicación tan rudimentaria (hay compendios miles de años más antiguos que se
han mantenido de igual manera) sino que al abrir el tomo que tenía en la mano,
la primera de sus hojas llevaba como única inscripción su apellido y un número:
Präuse 4.

Pasé las páginas buscando alguna explicación para esta
coincidencia con el nombre de un viejo amigo, suponiendo tal vez un estudio
genealógico de su familia (sé que algunos de sus antepasados fueron figuras
prominentes de la política y el arte) pero no atiné a hallar ninguna conexión
razonable. Una decena de nombres figuraba de tanto en tanto, pero ninguno
coincidía en lo más mínimo con el suyo, ni se hacía referencia al porqué del
título del compendio ni al azaroso número que lo acompañaba.

Atacado por la curiosidad, realicé una segunda lectura –esta
vez minuciosa– imaginando que el texto cifraba su nombre de algún modo secreto.
Mis ojos cansados ya no logran ver nada más que un conjunto de relaciones
textuales tan intrincadas como inservibles para develar el misterio. Es por eso
que le remito copia del volumen y algunas notas que fui registrando en el
proceso de investigación. Tal vez su sabiduría, su visión y su mente fresca, o
incluso su conexión mística con el texto pueda revelarnos la verdad.

 

“Lo primero que se nota al leer la colección de textos es
cierta insistencia topográfica: casi en su totalidad hacen referencia –directa
o indirectamente– a la Argentina, esa nación del continente americano
desaparecida en la mitad del siglo pasado. No pocos han intentado dar con la explicación
de un fenómeno por lo demás extraño. Desafortunadamente, ante la ausencia de
evidencias documentales la mayor parte de las teorías rayan la especulación.
Este breve dossier, probablemente publicado poco tiempo antes del conflicto,
podría ayudar a otorgar cierta luz al misterio.”

“Rafael Arce y Leo Arsenio se ocupan de un autor conocido
como Juan José Saer:

El primero, a partir de una novela llamada La Pesquisa y su relación con el film de
culto Seven, construye un esbozo
teórico sobre el asesino serial y el artista como dos figuras hermanas.

El segundo, recupera al psicoanalista Jacques Lacan para
leer otra obra del tal Saer a la luz de las proposiciones teóricas del doctor
francés.”

“J. J. Saer y Sergio Delgado (sus obras literarias) son
el tema del que se ocupan Bruno Grossi y Rafael Arce en un dialogo en el que
proponen que el segundo es deudor del primero en la representación de lo que
ellos llaman la zona. Se presume que
este nombre corresponde aproximadamente a la ciudad o la provincia de Santa Fe,
una de las regiones que conformaban Argentina.”

“Dos textos tienen como escenario a Rafaela, ciudad que
se sospecha fue el epicentro del comienzo del derrumbe del país sudamericano.
Leo Arsenio narra una historia de violencia infantil en una escuela de la
ciudad (es probable que sea un ejemplo del clima de la época), mientras que
Silvana Santucci realiza una crónica de su experiencia cuasi religiosa en un
teatro de la ciudad.”

“El texto de Juan Pablo Descalzo es, muy probablemente,
la clave del conjunto. En él, la figura del advenimiento de una adversidad
cobra total protagonismo. Como todo profeta, el autor encuentra las señales
escondidas en donde nadie más las ve.”

“El ensayo de Bruno Grossi puede complementar el augurio
de Descalzo, en su inquietud por la regresión a lo natural. Lo propio hace Juan Melero en un breve texto sobre la
actitud ‘animal’ del artista.”

“Emiliano Rodríguez Montiel y Francisco Vanrell completan
la primera parte del dossier con reseñas de los últimos años del arte argentino:
el primero realiza una semblanza del cine de los Duprat (desde su apogeo a su
decadencia), el segundo toma nota de una historieta en homenaje al héroe
nacional Jorge Luis Borges.”

“Romina Magallanes también se ocupa del periodo final de
la nación ausente, en este caso a partir de la obra de un escritor, Diego
Meret, injustamente sepultado por la proximidad del fin.”

“Dos de los textos se remontan unas décadas más atrás en
la historia argentina y proveen de mayor profundidad al conocimiento de la
evolución del país: Alexandra Kohan se ocupa de la escritura y reescritura de
la memoria de la última dictadura a partir del relato de los hijos de la
resistencia. César Aira (con un texto que está fechado en la década de los 80)
se ocupa del estado del arte novelesco en la Argentina que se abría hacia una
nueva esperanza.”

“Tres textos completan el dossier, presumiblemente
narraciones ficcionales:

Juan Pablo Descalzo, esta vez más íntimo y menos
apocalíptico conjura un nosotros a partir de un pedacito de suelo.

Juan José Guerra parece prever la resignación a la muerte
en los años que vendrán.

Francisco Vanrell narra el hallazgo de un territorio
absurdo perseguido por un aparente mal innominado.”

Mentes más sabias que la mía podrán aprovechar estas
páginas para echar luz en este asunto. Querido amigo, no deje de escribirme sus
novedades.

Suyo,

Hoo Am Ai


Santa Fe-Paraná, Enero 2019.